3.1.08

de un hilo

Y todo pende de un hilo,

de una hebra hecha con arena

escaldada, apuntando hacia el vacío:

oscuro y ciego.

Tus manos cansadas halan con brío

para salvar lo desconocido.

La fuerza del juramento se resiste y la carne

se abre; la piel llora su dolor con fuego.

Pero el espíritu mantiene, firme,

la lucha por preservar lo que no se anhela;

y la tristeza, la amargura en contra

resquebrajando los huesos con su fibra inmaterial.

El cuerpo resiste y tira. De a poco,

la vasija suspendida se alza;

desde lo negro, incógnita.

El cántaro mudo de la esperanza.

Con las manos cubiertas de rojo lo abrazas,

lo besas, lo salvas y miras dentro:

nada; ahí sólo existe el eco

de tu aliento consumido.

Lo dejas a un lado y erguido, sonriendo

a la humedad de tu rostro, continúas

el andar al borde del abismo buscando aquello,

escudriñando el sueño.